martes, 27 de julio de 2010

8 horas para producir un video para la junta directiva

31 de octubre de 2007. 4 de la tarde. Oficinas del Centro Corporativo en el WTC de Bogotá. El auditorio, lidearado por el CMO (Chief Marketing Officer), inquieto y expectante. La presentación: el vídeo de estrategia para solicitar el presupuesto total de mercadeo del año siguiente a la junta directiva. Los presentadores: Un piloto de moto de circo y un hippie de finales de los 60 con pelo largo y pantalón botacampana rosado. El resultado: desastrozo.
La solicitud del cliente había sido clara: Queremos que la junta directiva se conmueva. Que vean todo lo que puede hacer la marca por la gente y por su calidad de vida. Queremos que lloren viendo el video. Como había sido el tradicional Halloween al estilo Leo Burnett Colombia, ese día 200 personas del la agencia nos habíamos disfrazado para ir a almorzar a Mc Donald’s (cliente nuestro), del parque de la 93, parando el tráfico y siendo el espectáculo del parque. Lo que no esperábamos es que un par de horas más tarde el motociclista de circo y el hippie de pantalón rosado, iban a estar haciendo el rídiculo máximo de sus vidas cuando luego de que el video terminó, la sala de juntas quedó en silencio absoluto y después de unos minutos de silencio y sin lágrimas, sólo la directora de la agencia de relaciones públicas fue capaz de abrir la boca y decir: “creo que no es lo que esperabamos”. El CMO gringo, en su español mal pronunciado solamente fue capaz de decir, “la junta directiva es mañana, así que lo único se logre hacerr es un power point” y se levantó y se fue de la sala a llamar a Miami. El motociclista huyó como si en verdad tuviera una moto y yo, me quité la peluca, me cogí la cabeza, miré el reloj (6:33 pm) y le dije a la ejecutiva: “tenemos que hacer este video solos esta noche”. “A qué hora es la junta?” - a las 9, me respondieron. - A las 8 en punto estaremos aquí con el video, contesté.
Como era premiación de Holloween al mejor disfraz, cuando volvimos a la agencia a las 8:30 pm, ya no había nadie. Ni copies, ni, radio y tv, ni estudio de video, ni cafetería. Nada. Con la cabeza a punto de reventar ya como las 9 y 45, entre el estrés y el tic tac del reloj que hacia una vena que palpitaba en lado derecho de mi cabeza, empecé a escribir el texto. Andrea, te suena bien? suena emocional? hará llorar? A las 10 y 30, Andrea, Lucho y yo aprobamos el texto, como si tuviéramos el poder de hacerlo. Y ahora? Cómo lo producimos? Ya se!, espépereme le lloro a un amigo a ver qué logro. Juan Diego… por favor! Si yo se que va tocar pasar derecho… Sálveme. Llámelos y díglaes que pasó algo. En serio? Ya vamos para allá!



Y la locución? Andrea sacó de la cama a una de sus mejores amigas que tenía algo de experiencia en radio y en media hora estaba en la agencia. Sobre las 12 estabamos llegando al estudio de Juan Diego. “Va a tocar tomar la voz con una cámara de video porque no hay mas…” Pilar, puedes hacer otra toma más despacio? un poquitin más de drama… más bajo… haz de cuenta que vas a llorar… móntate en la película de tu casa!
Las horas siguientes fueron como una carrerra de observación contra reloj. Como un concurso de buscadores de imágenes en internet, con el cronómetro en contra. Como un “Concentrese”, pero sin parejas y sin premios. - Necesito una foto de sabor de hogar!!! qué se les ocurre? - Sencillo?? que podrá ser sencillo en una imagen? - sacarle gusto a lo cotidiano?? -a quien p**** se le ocurrió ese texto tan rebuscado!! Después de varios cafés, 4 redbull, un paquete de papas fritas, 13 cigarrillos y con la luz del día encima, sacamos un logo de la marca de un boceto viejo que teníamos en grabado en un CD y Juan Diego, con los ojos muy rojos y literalmente cuadrados de editar, nos dijo, listo! Terminé.
¿Andre que opinas? - No se. - Tu? - No se. - Hicimos lo mejor que pudimos, nos resignanos.
Luego de infringir el pico y placa, sin bañarnos, con la misma ropa, destrozados y fingiendo optimismo y buena cara, a las 8 estabamos de nuevo en el WTC. No sólo lloraron el gringo y la junta, sino también la hermana de Andrea, Natalia, Angélica y Andrés en Miami. Y hasta yo vuelvo a llorar cada remota vez que veo este video que produjimos en 8 horas.

viernes, 9 de abril de 2010

La Monalisa es Mickey Mouse

"La tecnología ha cambiado drásticamente el comportamiento de las personas". Por mi trabajo, esta frase la he escuchado y le he dicho montones de veces. El internet, la web 2.0, los celulares, la fotografía digital. Ya no recibimos información, sino que somos información. Un montón de frases y discursos que suenan bien y que nos ayudan a parecer interesantes y coherenetes a la hora de hablar del mundo moderno. Pero en la vida diaria, ¿cómo se vive esto? Probablemente de muchas maneras y a todos, en algún momento, nos ha tocado de alguna forma. Pero lo que me llama la atención y me motiva ha escribir hoy, es cómo las fotos digitales se han metido en nuestra vida cotidiana y se han vuelto nuestro escape y nuestro nuevo karma. Hoy en día todos tenemos una o varias cámaras digitales y parece que tomar fotos de todo lo que se nos pasa por en frente es nuestra nueva obsesión. Una carrera ansiosa, por guardarlo todo, por no perderse nada y tener un registro minucioso de los momentos importantes o memorables. ¿Pero que es importante y memorable hoy? tristemente, parce que todo.

Recuerdo con nostalgia y un poco de romanticismo la época en la que tomar fotos era una tarea preparada y consciente, que generaba ilusión y expectativa. Buscar dónde comprar un rollo, tener sólo derecho a tomar 24 o en el mejor de los casos 36 fotos, estudiar detalladamente a lo que se le iba a disparar, preparar el mejor ángulo o la mejor pose, y esperar a tener tiempo para mandar revelar, hasta finalemte poder tener ansiosamente ese sobre de papel en la mano y empezar a sacar fotos una a una con sorpresa o con decepción. Ni hablar de la emoción que nos produjo a todos el "revelado en 1 hora". Y si se estaba de viaje, ahorre rollo, porque no se sabe dónde vendan más película.

Asistimos a una época en donde los flashes recurrentes, ya no son más propiedad de las celebridades. A todos nos ha pasado que estamos de rumba o en un restaurante y de pronto empiezan a aparecer flashes de la nada, como si en la mesa de al lado estuviera un Tom Cruise criollo, con paparazzis disfrazados de meseros. ¿En cuántas fotos de desconocidos habremos aparecido montones de veces por puro accidente? El otro día encontré unas fotos mías en mi celular, posando afectuosamente, tal vez producto de unos tragos de más, con un grupo de desconocidos en una rumba en Armando Records. ¿O que tal ahora que los sitios más absurdos como los centros comerciales, parecen locaciones exquisitas de turistas y desocupados? A mi me ha pasado muchas veces que tengo que parar de caminar, porque me doy cuenta que si paso, me meto en la obturación de un familia entera, posando para una cucaracha gigante o para una baranda dorada del centro comercial Andino.

¿Qué pasará con todas esas miles o millones fotos que se toman diariamente en todo el mundo? Algunas pasarán a Facebook o a Flickr me imagino, pero asumo que la mayoría se quedan encerradas en discos duros o memorias portátiles como baúles digitales de recuerdos. Hace poco yo tuve que comparar un disco duro externo para guardar montones de fotos que ya estaban acabando la potencia y capacidad de mi computador personal. Me gustaría conocer las cifras de las personas que imprimen o por lo menos vuelven a ver las fotos que toman. ¿Cuál será el número de personas que baja las fotos que toma con el celular al papel, o por lo menos al computador? ¿Usted alguna vez lo ha hecho?

Lo mejor para hacer esta observación y esta reflexión son los viajes. Es que parece que las cámaras fueran una extensión más del cuerpo y como si la visión o la memoria ya no fueran suficientes por sí solas. Como si necesitáramos de un lente por encima de los ojos para garantizar que sí fuimos. Para probar que sí estuvimos ahí y que sí lo vimos. Me aterran esos personajes que nos se despegan ni un segundo del visor, como haciendo un registro angustioso de todo lo que hay. ¿Será que nos se dan cuanta que la vida es más bonita sin una lente por delante? Me pregunto si muchas de esas personas realmente aprovechan el viaje o si su preocupación frenética por que la cámara no se pierda nada, nos los deja apreciar lo que tienen en frente. Y es que es hasta divertido ver cómo la gente le dispara a todo: a lo histórico, al arte, al ícono, a lo curioso, a lo feo, a lo bonito, a la mesa, al cubierto, al andén, al charco, al bombillo. Una vez me llamó la atención un gran grupo de turistas, que en vez de tomarle fotos al monumental templo griego que tenían en frente, le tomaban fotos al pasto. Cuando me acerqué, descubrí que habían salido a tomar sol unas tortugas y habían desplazado por completo a Atenea y sus historias maravillosas. Creo que muchos museos y sitios históricos han desistido en prohibir cámaras y flashes, simplemente porque es imposible controlar el número y sofisticación de estos artefactos. En la Capilla Sixtina por ejemplo, me tocó presenciar la furia de varios guardias y hasta una alarma de seguridad para detener a los cientos de turistas como yo tomando fotos.

Pero lo que me pareció más curioso y hasta divertido, es que la única vez que he estado en el Louvre, hace ya casi dos años, parecía que la Monalisa no era importante si uno no salía en la foto con ella. Igualito que ir a Disney y obligatoriamente tener que tomarse una foto abrazando a Mickey Mouse.

martes, 30 de marzo de 2010

¿Para qué pelear con el insomnio?


¿Alguien tiene tips para el insomnio? Fue uno de mis tweets a principios de la semana pasada. Nunca dije que los tips eran para mi, pero al parecer era más que obvio que el problema de sueño era mio. Como tengo el Twitter conectado con Facebook, al rato empecé a recibir toda clase de consejos: leche caliente con miel, sexo, Rescue Sleep (por $46.000), ducha de agua caliente, no tomar Coca Cola, melatonina, melatonina, melatonina. Creo que nunca un mensaje mio en Facebook había logrado tanta y tan rápida respuesta.

Como soy terco desde chiquito y a pesar de que me gusta saber qué opina y recomienda la gente, hice caso omiso a casi todos los consejos y me fui por lo que me indicó mi intuición. Hay que seguir haciendo ejercicio, tratar de dejar la obsesión, hacer acupuntura y volver a tener sesiones con Gloria, mi bioenergética y salvadora los últimos años. Sin embargo esa noche antes de "dormirme", me metí a internet a investigar por la melatonina. Luego me Acordé que Andrés Arboleda había estado tomando eso en una época, precisamente para poder dormir, pero por un supuesto efecto secundario la había dejado. Fui a Facebbok a escribirle a Andrés (porque como casi nunca me contesta el teléfono ni me devuelve llamadas), para preguntarle, y con decepción me di cuenta que yo ya no era más su amigo de Facebook, aunque en el fondo se que nunca he sido en realidad su amigo. En fin. Andrés igual, ya no me quita el sueño.

Lo del ejecricio bien. Lo de la acupuntura, a pesar del corre corre y la falta de tiempo, se logró y lo de ver a Gloria, pues bien, pero ver a Gloria a veces produce cierto grado de prevensión a pesar de que se sabe que el resultado va a ser efectivo.

Luego de hablar con Gloria por un rato largo, de contarle mis penas y glorias desde la última vez que nos vimos, y luego de caminar de ida y vuelta varias veces por encima de una cinta roja que tiene pegada en el piso de su consultorio, sabiamente me dijo: William, no todo el mundo necesita dormir siempre 8 horas. Algunas personas necesitan dormir menos y no pasa nada. Lo importante es que lo que duermas, lo descanses y te recomponga.

No se, pero lo cierto es que sus palabras bajaron considerablemente mi ansiedad. Y a pesar de que sigo considerando la melatonina y aunque he dormido mejor, pero aún no como me gusta, esta mañana, cuando abrí el ojo a las 4:30 am y no me pude volver a quedar dormido, dije ¿para qué pelear con el insomnio? y me paré de la cama para actualizar este blog.