Foto: William Rodríguez |
Es que es una palabra que a mi de entrada me denota acción. Poder. Hacer. No quedarse quietos. Transformarse. Reflexionar. Repensar.
Qué mejor lugar para pensar en torno a revolución que el mismo Monumento a la Revolución de la Ciudad de México. Y como si el destino nos jugara una lección, los maestros de la CNTE se instalaron en el plantón del monumento pocos días antes de la charla de Junio de Creative Mornings, continuando con su propia revolución y recordándonos que manifestarse en pro de una causa también puede ser una pequeña revolución. Somos "morning persons" y nada opacó el desarrollo de nuestro onceavo encuentro, que fue un éxito.
El turno ahora fue para Andrés Mier y Terán, arquitecto responsable con su firma, de la transformación del Monumento a la Revolución. Las imágenes de su presentación son espléndidas. Y es que con el recorrido visual que nos hace sobre la historia de este emblemático lugar y su proceso de transformación, no queda otra alternativa que hacer un recorrido físico y presenciar esta maravillosa y profunda estructura de acero, sus laberintos subterráneos, su cúpula y mirador, sus cafés, tienda y sus recintos académicos.
Uno de los túneles subterráneos del Monumento. Foto: William Rodríguez |
Así como el mismo Andrés lo describe, este es un proyecto que no tiene fecha de terminación y pareciera que el recorrido tampoco. Sus espacios subterráneos y túneles más que un laberinto, parecen un homenaje a la arquitectura, la ingeniería y a la revolución industrial. "Más que una obra física, es una experiencia", nos afirma Andrés.
Y es que este espacio que originalmente se planeó para ser el palacio legislativo, que posteriormente se convirtió en mausoleo y que estuvo cerrado por 30 años, en 2010, a propósito del centenario de la revolución, tiene su propia revolución y se reinventa y sus estructuras y puentes de acero remachado se transforman en una experiencia. Una experiencia que nos pone a reflexionar en las diferentes revoluciones que ha atravesado la historia de la humanidad. En que las revoluciones de pensamiento y emocionales existen. Y que así como este espacio, que de acuerdo con lo que nos dice Andrés Mier y Terán, es un proyecto en constante cambio, las personas deberíamos revolucionarnos con frecuencia y vivir en un cambio constante y lograr ser, como éste, monumentos vivos.
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